La Vulvodinia, el dolor intenso y silencioso.
Doy gracias a Dios todos los días que paso sin dolor y sin estrés. La vulvodinia era un dolor y un ardor muy intenso en la vejiga que me quitaba todas las ganas y el ánimo de vivir. No quería ver ni a mis hijos, ni a mis amigos. No contestaba los teléfonos, fue una temporada de casi un año y medio muy difícil y deprimente.
No conocía la razón ni el porqué de este padecimiento, me hicieron casi todos los estudios existentes, tomografías, ultrasonidos, estudios de orina, resonancias magnéticas, citoscopias. Quizá también te interese leer nuestro artículo sobre la vulvodinia.
En Houston me tomaron una muestra para realizar una biopsia, una resonancia de columna y pelvis, un estudio neurofisiológico. Probé con medicina alternativa, acupuntura, biomagnetismo, etc. Las medicinas que me daban al principio me hacían sentir como drogada y no ayudaban con el dolor.
En casa tenía mi zona de confort, me sentaba o me acostaba dependiendo de la intensidad del dolor. No podía ni tenía ganas de moverme. Tenía más de 30 años haciendo ejercicio, era mi disciplina y rutina cada mañana, aquello que me hacía sentir bien conmigo misma, pero tenía ya casi ocho meses alejada de casi todo tipo de actividad.
Esta tortura duró hasta el día que decidí tomar la opinión de un ginecólogo, el Dr. Cofrades, quien me realizó un chequeo pero no estaba seguro si mi padecimiento era cistitis intersticial o vulvodinia, así que me aconsejó pedir la opinión del Dr. Rafael Solano Sánchez especialista en urología ginecólogica.
Tengo cuatro meses en tratamiento con el Dr. Solano, consiste en rehabilitación del suelo pélvico con electroestimulación y medicamentos. Al día de hoy he mejorado casi un noventa por ciento y aunque a veces tengo miedo de que el dolor regrese, todavía no lo puedo creer. Le doy todo mi agradecimiento al Dr. Solano.
RUC